
Cinco deditos para cubrirlos de marionetas. Cinco deditos pequeños y regordetes que cumplen 2 años y que se han llenado de risas y cosquillas. Este es el regalo que le hice a la pequeña Cloe (junto con el gorro de orejas de gatito del post anterior).
A mi pequeña le encantan las marionetas, y cuando era muy bebé jugábamos mucho con las de IKEA. Luego, de mas mayor, hemos ido comprando y haciendo nuestras propias marionetas. De tela y corcho, de calcetines viejos, de papel... y de casi cualquier cosa que cayera en nuestras manos.
Las marionetas son un juego perfecto para que los niños se suelten, para que cuenten sus miedos y sus gustos. Cuando hablan con una marioneta se olvida de que al final de la mano está mamá y papá. De repente ellos se encuentran hablando con el oso, o con el enanito de la marioneta. Y le cuentan secretos e historias, se trasladan con ellos a otra realidad y viajan a lugares fascinantes.
Y el momento mas mágico es cuando ellos toman el relevo y meten la mano dentro para trasformarse en contadores de historias. Entonces se les cambia la voz, cambian de personalidad e incluso toman las riendas del juego y ellos mandan. A lo largo de mi historia, he podido jugar con muchos niños, primero como niñera y, luego como tía y ahora como madre. Y las marionetas han sido una herramienta perfecta para contar historias, para calmar nervios y para reírnos mucho.

Por esa razón quería hacerle unas marionetas de dedo a Cloe. Tiene la edad perfecta para entender el cambio de rol que se adquiere con el juego y además le ayudará con el lenguaje.
Pero tenía poco tiempo para hacerlas, apenas un fin de semana. Así que me decante por el fieltro, que es mas rápido para construir piezas que el ganchillo, y permite darle a las piezas mas detalles.